Crónica de un fin de semana de fútbol en Iruya, a 2800 metros de altura

Cada sábado y domingo se juegan sobre una cancha de tierra los campeonatos locales de esta localidad salteña a la que se accede desde Jujuy. Como en el estadio de Ferro, pero con ambientación de montañas, la gente ve el partido desde las terrazas y ventanas de sus casas.

Crónica de un fin de semana de fútbol en Iruya, a 2800 metros de altura

A las 9 de la mañana estoy desayunando en el Hostal San Benito, justo debajo de la terminal de Iruya. En medio de las montañas, una vista impresionante se ofrece ante mi. Frente al lugar en que estamos, del otro lado del río Iruya, hay una cancha de tierra. Si, bien mantenida y bajo el barrio Libertad. A esta hora están jugando. Una persona comenta ”uhh hay chicos jugando”, a lo que la dueña nos aclara “ no, no son chicos, es el campeonato local, empiezan temprano”. Mi curiosidad había despertado, cambié de planes, y me trasladé directamente hacia allí.

Lo primero que habría que decir de Iruya, sin embargo, es que es un pueblo de la provincia de Salta, en las Yungas, que sus pobladores son kollas, que las calles son empedradas, que hay que subir, bajar, y hacer buen ejercicio, que en el último censo figuraba con 1500 pobladores, sin embargo, sus habitantes dicen que hoy son unos 2500. Se llega desde Jujuy, por dos empresas de transporte: el Panamericano y el Iruya. Tres horas desde Humahuaca por un camino que en gran parte es curva, contracurva y mas contracurva con peligrosas cornisas y choferes mas que avezados.

Habría que decir también que está dividido por el Rio Iruya, que en temporada de lluvias -enero a abril, mas o menos- crece, y divide al pueblo, que lo cruza puente mediante, que tiene una cantidad de barrios que avanza, que hay abundante turismo pero un 90% nacional, que su gente es cálida y amable, que todo el mundo se saluda y nos saluda, lo que nos hace acostumbrar para bien a hacer lo mismo. Y que sus barrios forman las ligas femenina, masculina y de veteranos de fútbol.

Cruzo dicho puente, abajo el rio Iruya, casi seco en estas épocas del año y me dirijo a la cancha del Deportivo Iruya. Hoy sábado juegan los hombres, el torneo apertura José Salvador Poclva. El Deportivo Iruya no cuenta con equipos en el campeonato, oficia de organizador de la Liga y allí se juegan todos los partidos. Por eso empiezan a las 9. Cuando llegaba a la cancha, en un principio, me preguntaba si un pelotazo fuerte no podía arrojar el esférico al rio. Luego vi, que si bien en un costado el rio estaba cerca, antes hay una canchita como de papi, para chicos, y luego un alambrado, asi que no era tan fácil que las pelotas se fueran tan lejos.

Por los barrios

La Banda, el Centro, La Tablada, Libertad, Medalla Milagrosa, Islas Malvinas son los nombres de los barrios del pueblo; a unos kilómetros se encuentran San Isidro, Casagrande o Pueblo Viejo, que también tienen equipos en los torneos. Comienzo a charlar con el vicepresidente de la Liga, a un costado del campo, que, además de contarme anécdotas futboleras de aquí, me explica que cuando viene el gobernador (en helicóptero) la cancha es el sitio mas cómodo para que aterrice, y a veces se ha tenido que suspender la fecha por su aparición. Me dice que están recomponiendo la liga y que en un momento la cancha tuvo alambrado completo, hoy es solo parcial.

Foto: Carlos Graneri

Cuando le digo si intervienen en algún torneo de la provincia, me hace ver que eso es muy dificil porque la erogación de ir a jugar a algún sitio es muy grande. Me cuenta que hay 15 equipos en el masculino y que la fecha se juega integra en un solo dia. Me explica que sólo se les paga al arbitro y al pelotero (quien trae las pelotas). Que la edad permitida de inicio para jugar es de 14 años, por eso había varios pibes muy pibes, que me llamaron la atención. Que el masculino juega dos tiempos de 40 minutos y el femenino 35. Este sábado le correspondía a los varones y el domingo es el turno de veteranos y mujeres. Los árbitros dirigen en vaquero y remera.

Libertad 4, La Tablada 1

Pueblo Viejo, de camiseta naranja y San Juan, con colores parecidos, rojo y amarillo, abrieron la jornada con triunfo de San Juan. Me dijeron que  el partido más importante de la jornada era el último, a las 16. A esa hora retorné a la cancha. La Tablada, el barrio que está bajo el Centro con una pintoresca plaza tradicional y los casi locales del Futbol Club Libertad, con el barrio prácticamente internándose en la cancha, eran los contendientes. Los dos venían en puestos de vanguardia, aunque en realidad estaba realizándose recién la quinta fecha. El partido fue muy entretenido, con buenos jugadores de ambos bandos. El público casi local de Libertad alienta, aplaude a sus jugadores y protesta si hay que protestar.

Foto: Carlos Graneri

A poco de iniciarse abrió el marcador, un centro muy bien conectado de cabeza por el 9 del elenco de camiseta blanca y negra (La Tablada). Erróneamente pensé que iban a llevarse el partido, ya que con calma los de bordo, o granate, con un buen mediocampo se adueñaron del juego y merecidamente antes del final del primer tiempo no sólo llegaron al empate sino que se pusieron arriba. Libertad fue un equipo compacto todo el partido, con un número 5 que equilibraba el medio, un puntero con la 8 imparable en el segundo tiempo y un 10 que fue la figura, aunque también fue el único que me hacía recordar al fútbol que se ve por televisión arrojándose al piso y quejándose por golpes, que a veces eran, y a veces no. Es bueno decir en su favor, que en una cancha de tierra las caídas raspan y se sienten. En el segundo tiempo, un 3 a 1 tempranero decidió el partido para Libertad. Muy entretenido. Al final, el frío se empezaba a sentir, ya que la montaña empieza a tapar el sol, y a las 18 ya estaba fresco. Para pulovercito.

Domingo, las chicas

Varones y mujeres se turnan el día para el juego y esta vez, a las chicas les toca el domingo. Me comentan que pidieron empezar la jornada por la tarde porque este fin de semana fueron las Jornadas Patronales de San Isidro, festividad religiosa en un pueblo muy religioso, pero también con tiempo para divertirse con serenata de musiqueros el viernes a la noche y baile y cumbia el sábado. Muchas de las jugadoras, entonces, estuvieron allí el sábado y, como San Isidro es a 8 kilómetros, recién regresaron en la mañana del domingo. A las dos de la tarde, entonces, empezó el femenino.

Cuarta fecha, siete equipos. El CADI (Club Atlético Docentes de Iruya) vs Los Andes es el primer juego. Las Docentes habían desplegado una bandera del equipo, que en realidad fue la única que vi en los dos días. Con sus colores, un lila oscuro, la bandera reza “ninguna jugadora es tan buena como todas juntas”. No hay dudas, las chicas ponen gran empeño y entusiasmo, me voy un rato y vuelvo para el segundo partido, que me recomendaron.

Las chicas de Estudiantes de Casa Grande, pueblo tras los cerros, de camiseta verde y negra, contra nuevamente La Tablada, con su camiseta blanca y negra. Es destacable el acostumbramiento al juego en condiciones no tan cómodas, mas allá de los 2800 metros de altura (¡tanto que lloran en las capitales del futbol por ir a jugar en la altura!), porque para ellas es su hábitat normal, sino porque hace calor, y están jugando en plena tarde, y porque hoy hay un viento terrible, con lo que algunas ráfagas hacen casi tapar a las jugadoras por la tierra. Me gustan la 8 y la 9 de Casa Grande, pero para mí la figura del partido es una zaguera, la del mismo Casa Grande, que curiosamente lleva el número 10. Sacó todo lo que le apareció enfrente.

Casa Grande finalmente logra un tercer gol sobre la hora, que les da un merecido triunfo, por 3 a 0. La Tablada empujaba con ánimo en el segundo tiempo, pero los pelotazos de las verde y negras llevaban sin duda mas peligro. Indiscutible triunfo.

Foto: Carlos Graneri

Apostillado iruyense

-El domingo hace calor con un viento terrible, que mueve tierra para todos lados, pero el viento ha volteado el banderín del corner. Un pibe está haciendo un hoyito, moviendo tierra en esa esquina para volver a colocarlo.

Como si estuviéramos en la cancha de Ferro, pero con ambientación de montaña, la gente ve el partido desde las terrazas y ventanas de sus casas, a buena altura de la cancha, ya que todo un barrio está casi sobre la cancha. Se puede ver hasta de enfrente, del otro lado del puente.

-En un costado, tras uno de los arcos, una despensa vende alguna bebida en la ventana de una casa, en los costados de la cancha los jugadores y jugadoras se cambian, los que juegan al partido siguiente se van preparando, sólo hay una pieza donde se reúne la gente del Deportivo Iruya para tratar temas referentes a la organización, los días que ello amerite.

Señoras vendiendo tortas amenizan la tarde, gente de vestimentas tradicionales con sus pintorescos sombreros, algunos turistas que se animan y que, como yo, persiguen una pelota de fútbol por donde fuere, pibes que ayudan yendo a buscar la pelota cuando se va lejos, y público que también como en cualquier lado discute y le protesta los fallos al arbitro.

Foto: Carlos Graneri

-En una pequeña caseta, una señora controla las planillas y figura el fixture de la fecha y el público se sienta donde haya un lugar posible en los cuatro costados. Hay un par de tribunitas armadas por las montañas mismas.

-El entusiasmo de los organizadores, de los espectadores y de quienes juegan, el espíritu amateur, el pueblo colándose en los rincones, el aroma de tarde de barrio a 2800 metros de altura. Indispensable para un fútbol que ojalá nunca muera.