Isauro Arancibia: el docente asesinado a pocas horas del inicio de la dictadura cívico-militar

Forjó la unidad de todos los sindicatos docentes pero su lucha se extendió más allá del sector. Fue uno de los fundadores de CTERA y secretario general adjunto de la confederación. Su legado se convirtió en escuela

Isauro Arancibia: el docente asesinado a pocas horas del inicio de la dictadura cívico-militar

Fueron alrededor de 600 docentes detenidos y desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar en nuestro país. Todos compartían su defensa por la educación pública, gratuita y de calidad; condición que sostuvieron hasta el último momento, conscientes que la formación de un pueblo es la herramienta más poderosa para cambiar los destinos de un país.

Aguerridos, esperanzados, solidarios y comprometidos con la sociedad. Muchos pusieron el cuerpo para defender a sus alumnos del castigo físico impiadoso de quienes arrebataron el poder por las armas; otros fueron secuestrados de sus hogares en medio de la noche fría y oscura, como ocurrió con la mayoría de los trabajadores y trabajadoras que resistieron a la mano opresora; y algunos fueron asesinados violentamente mientras se organizaban para defender los derechos de miles de trabajadores y trabajadoras. Uno de ellos fue Isauro Arancibia. Su lucha y ejemplo, se sostienen más allá del tiempo tras 47 años de su asesinato.

Isauro era Maestro rural en la provincia de Tucumán, era sindicalista, buscaba la unificación de todos los gremios, principalmente con la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar), y fue además, uno de los protagonistas del proceso que llevaría al nacimiento de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), de la que fue su Secretario General Adjunto.  El 24 de marzo de 1976, a pocas horas del inicio de la dictadura cívico-militar, Francisco Isauro y Arturo René Arancibia, su hermano, fueron asesinados por personal civil y policial en el local de ATEP (Asociación Tucumana de Educadores Provinciales), donde residían.

El cuerpo de Isauro Arancibia tenía más de cien balazos. “Arancibia no se limitó a ser sólo un sindicalista, fue un luchador social y como tal, trabajó junto a los obreros tucumanos del azúcar por sus reivindicaciones. La defensa de los derechos humanos también lo tuvo como protagonista. En junio de 1975 contribuye activamente a la formación de una Comisión de Derechos Humanos, que luego se plasmará en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, cuya mesa integró. Tenía conocimiento de que lo consideraban «peligroso» y había sido amenazado por la Triple A”, recuerda la CTERA, en uno de los tantos homenajes realizados a uno de sus íconos y fundadores.

Luchaba por la escuela pública, laica y libre, por equiparación salarial de maestros provinciales y nacionales. Con él se logró que se crearan juntas de clasificación con representación docente, regímenes de licencias, bonificación por zona y bonificación por antigüedad.

“La escuela, los docentes tenemos el compromiso social de que las nuevas generaciones tomen el legado de Memoria, Verdad y Justicia. No queremos olvidar ni silenciar, la educación es un acto político. Caminamos con los zapatos de Isauro, seamos capaces de trabajos colectivos, solidarios y amorosos”, rememora un documento homenaje de AMSAFE. Los asesinos de Isauro “también robaron sus zapatos nuevos que su sobrino le había regalado. Eduardo Rosenzvaig escribe en su libro “la oruga en el pizarrón”…”hay que recuperar esos zapatos porque un Maestro no puede andar descalzo por el cielo…”, agrega el documento.

El legado de Arancibia y su lucha se convirtieron en escuela

No, no son solo palabras. Quienes conocen su historia recogieron el guante y la transformaron en hechos concretos, en acción, fueron más allá del símbolo y el emblema. El Centro Educativo Isauro Arancibia (CEIA) es una institución educativa que trabaja con personas en situación de calle. Tiene más de 20 años de vida. “Nació, creció y se proyecta hacia adelante incluyendo y dando respuestas a personas que tienen vulnerados muchos de sus derechos”, destacan en su web.

La historia del CEIA tiene su origen en el año 1998 cuando la maestra Susana Reyes comenzó a dar clases a un grupo de mujeres de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina). Con el permiso de su maestra, estas mujeres que querían terminar sus estudios primarios, empezaron a llegar al aula acompañadas de niñas, niños y jóvenes que se encontraban en situación de calle, durmiendo en la zona de Retiro y Constitución.

En 2011, fundaron una Asociación Civil con el nombre del maestro: “Nos propusimos acompañar y apoyar las trayectorias escolares y vitales de las y los estudiantes del CEIA, un espacio al que concurren diariamente más de 300 niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos en SITUACIÓN DE CALLE y alta vulnerabilidad social. La ACIA nos permite llevar adelante acciones tendientes a la restitución y promoción de los derechos vulnerados de dicha población”, detallan.