Reforzar la integración regional

La reciente cumbre de jefas y jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se celebró el pasado martes en nuestro país, constituye un hecho trascendente por donde se lo mire, y estuvo marcado principalmente por el regreso de Brasil al seno del organismo. El encuentro no […]

Reforzar la integración regional

La reciente cumbre de jefas y jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se celebró el pasado martes en nuestro país, constituye un hecho trascendente por donde se lo mire, y estuvo marcado principalmente por el regreso de Brasil al seno del organismo.

El encuentro no se dio en un momento cualquiera: coincidió con una gran avanzada de una derecha que por distintas vías (militares, judiciales, mediáticas, etcétera) amenaza a buena parte del continente. El presidente de la Nación, Alberto Fernández, señaló en el discurso de apertura del encuentro que “la democracia está en riesgo” y que no debemos permitir que la derecha “recalcitrante y fascista ponga en riesgo la institucionalidad de nuestros pueblos”.

En la declaración conjunta de los miembros de la CELAC, que contiene más de un centenar de puntos de consenso, se comienza afirmando el compromiso de “avanzar con determinación en el proceso de integración, promoviendo la unidad y la diversidad política, económica, social y cultural de nuestros pueblos”. El propósito es que América Latina y el Caribe “tenga plena conciencia de su proyección como una comunidad de naciones soberanas, capaz de profundizar los consensos en temas de interés común y contribuir al bienestar y desarrollo de la región, así como a la acuciante superación de la pobreza y las desigualdades e inequidades existentes”.

El texto también hace referencia a la protección y la defensa de los recursos naturales y estratégicos y resalta el principio de no intervención e injerencia en las democracias de sus pueblos, entre otros puntos salientes.

Por su parte, en la reunión que mantuvieron los presidentes de Argentina y Brasil y otros funcionarios de ambos países se definieron importantes líneas de trabajo a futuro. Entre ellas aparecen la potenciación del Mercosur, la nueva puesta en marcha de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la cooperación energética. En concreto, se habló de la posibilidad de que el gas de Vaca Muerta pueda llegar a la frontera con Río Grande y de que Brasil brinde financiamiento para la construcción de la infraestructura necesaria para el transporte del mismo. También se avanzará en el establecimiento de un mecanismo para la financiación por parte del Estado de Brasil de las compras argentinas a dicho país.

Respecto de la idea de la moneda común entre ambas economías, se anunció que los equipos económicos de Argentina y Brasil trabajarán en el diseño de una herramienta para el pago de las transacciones de comercio. Se trata de un proyecto que, vale la pena aclarar, no contempla el remplazo de las monedas nacionales. El objetivo es reducir el uso del dólar para saldar las operaciones entre ambos países. Una herramienta que podría colaborar para limitar las presiones que padece nuestro sector externo.

A nivel regional también sería importante avanzar hacia el uso generalizado de medios de pago comunes en el comercio, ya que las transacciones de bienes y servicios en dólares representaron el 96% de la facturación del comercio internacional de América Latina y el Caribe, según información brindada por la CEPAL, para el período 1999-2019.

Por su parte, la cobertura de la prensa hegemónica local llegó a hablar de una “cumbre anacrónica” y puso el foco en las intervenciones del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, quien hizo alusión, entre otras cosas, a la supuesta existencia de “un club de amigos ideológicos”. Como si no estuvieran cargados de ideología el Foro de Davos, las reuniones conjuntas del FMI y el Banco Mundial, o las de la propia OEA, organización que no fue invitada a participar del encuentro. En última instancia, lo que rechazan son aquellas ideas que tratan de modificar un estado de cosas sumamente injusto.

Poner en marcha el Parlamento

Hoy en día en nuestro país se corre el riesgo concreto de una parálisis legislativa, en virtud de la negativa de la oposición de Juntos por el Cambio (JxC) a tratar toda una serie de cuestiones esenciales para la vida de la gente. Durante las sesiones ordinarias del año pasado ya fuimos testigos de estas acciones, que se reeditan ahora en ocasión de las extraordinarias.

La excusa para no tratar los temas elevados por el Poder Ejecutivo tiene que ver con el rechazo a un posible juicio político a los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, al que se oponen y tildan de inconstitucional: todo un absurdo ya que es la única herramienta que tiene un Estado democrático como el argentino para poner en tela de juicio el accionar de la Corte. El juicio político está previsto en la Constitución Nacional y cuenta con una amplia jurisprudencia.

En este marco, los y las integrantes del bloque de diputados y diputadas nacionales del Frente de Todos, que somos autoridades de las comisiones intervinientes en el tratamiento del temario, emitimos un comunicado donde expresamos que se trabajará para el tratamiento de los temas propuestos por el Presidente de la Nación. Resulta imprescindible, sostenemos en ese documento, “el tratamiento —en comisiones y en el recinto— de temas que hacen al desarrollo económico y productivo; la generación de empleo; el impulso a las economías regionales; el desarrollo de inversiones energéticas; la planificación de la ciencia y tecnología; la inclusión jubilatoria; la creación de nuevas universidades; la mejora en el acceso al derecho a la salud; la prevención del lavado de acticos; la creación de áreas protegidas; y el fortalecimiento del funcionamiento del poder judicial, en sus distintos estamentos”. Una agenda a la que no se le puede dar la espalda.

También se indicó que se solicitará formalmente, de acuerdo al Reglamento de la Cámara, que las y los presidentes de comisiones de JxC —que estén involucrados en el tratamiento de los temas de Extraordinarias— convoquen a sus comisiones para debatir todos los puntos necesarios y a los fines de arribar a los dictámenes de cada tema.

Además, se rechazan “las expresiones efectuadas por legisladores nacionales de JxC, que buscan bloquear e impedir el tratamiento de temas incorporados en el llamado a Sesiones Extraordinarias”, y se los llama a “la responsabilidad política e institucional” para que revean el posicionamiento expresado y cooperen para el tratamiento.

Finalmente, se convoca “a todos los bloques de esta Honorable Cámara a tener, como otras tantas veces, una actitud positiva para avanzar en el temario propuesto, dando los debates que haya que dar en cada comisión y en el recinto”. Es fundamental “dar los debates. Trabajar en las comisiones. Trabajar en el recinto. Para eso somos diputados y diputadas nacionales”, cierra el texto.

Nadie está diciendo que tienen que estar de acuerdo con el contenido de los proyectos propuestos; a lo que no se pueden negar es al intercambio de ideas. En su origen, la palabra “parlamento” remite a la idea de deliberar: si eso no ocurre, lo que se produce es un vaciamiento de una institución clave dentro del entramado de la democracia.