Negacionismo, el naufragio de la memoria: una conversación con Adrián Cangi

La obra Negacionismo. Naufragio de la memoria se presentó en el Auditorio Mabel Gutiérrez, Espacio Memoria. Un libro que funciona como advertencia, estudio y caja de resonancias para este presente.

Negacionismo, el naufragio de la memoria: una conversación con Adrián Cangi

El libro Negacionismo. Naufragio de la memoria (Coyunturas, 2023) se presentó el martes 14 de noviembre en el Auditorio Mabel Gutiérrez, Espacio Memoria (ex ESMA); con la presencia de Nora Cortiñas, Claudio Lozano, Verónica Heredia, Alejandra González, el autor y el editor. Un libro que funciona como advertencia, estudio y caja de resonancias para este presente.

Ariel Pennisi:¿Por qué tenés la necesidad de organizar este libro en esta coyuntura electoral, en la cual una fuerza política justifica los crímenes de Estado de una dictadura signada por la desaparición sistemática de personas? El momento en que se debate una ley contra el Negacionismo coincide con el pico de un clima de odio expresado ahora electoralmente por una alianza de facto entre un ex presidente fracasado y un personaje que dice hacerlo en nombre de la libertad…

Adrián Cangi: Parece que importan poco las palabras de Patricia Walsh, quien describe con precisión qué sucedía con la incineración de cuerpos y vuelos de la muerte o que las organizaciones de Derechos Humanos reclamen que se conserve el lugar y se lo integre al Espacio de la Memoria de la Ex ESMA. Nos gustaría responderle con este libro y esta acción a Milei y a Villaruel. Sagradas son las 30.000 vidas torturadas y desaparecidas en nuestro suelo. Sagradas son las víctimas de Calama. Sagrados son los cuerpos de los 43 estudiantes asesinados en Iguala. Sagrado es lo que se opone al desmembramiento de la “persona humana”. Nuestra memoria pide no borrar el Nunca más, ante los sacrificios sangrientos y ante la vida que no nos pertenece, pide recordar que la crueldad fue sostenida en nombre de la “potencia violenta” o de la “inflamación del odio”.

Por ejemplo, como aparece en uno de los capítulos, el nombre “Carnicero” se repite una y otra vez para los más crueles, aunque con variaciones en sus laboratorios técnicos. Con distante sarcasmo se llamó a los laboratorios de la muerte en serie: Centros, Chupaderos, Pozos, Infiernos, Escuelitas, Tubos, Casitas, La Huerta, La Quinta, Los Tordos, La perla, Leoneras, El Sótano, El Silencio, El Buen Pastor, La Ribera, La Casita de Mártires, La Universidad, Granjas, Mansiones, Empresas El Vesubio o La Ponderosa. Con extrema ironía, hasta llevaron el sobrenombre de hoteles como “Sheraton”, cuyo único objetivo fueron “vejaciones y severidades”, “torturas y asesinatos”, en un preciso “estado de excepción”. Como enAuschwitz, una bienvenida espera a las víctimas:¡Bienvenido al Olimpo de los Dioses! ¡Los Centuriones! Son los lugares más precisos de la tortura –de la pesadilla azul y de los Falcon verde– que asolaron nuestro país entre 1976 y 1983.

AP: En una conversación con Miguel Benasayag publicada por Tiempo Argentino (luego adecuada al libro en cuestión) retomábamos la gravedad que significa poner en equivalencia el tiempo de la lucha armada con los actos sistemáticos del terrorismo de Estado. Por eso, el acto que Villarruel, mentora de Cecilia Pando, en septiembre de este año, nada menos que una funcionaria pública en una institución de la democracia como la Legislatura porteña adquiere un relieve peligroso. Sobre todo, si recordamos su historia familiar…

AC: Su padre, Eduardo Villarruel, fue Teniente primero de Infantería en el Ejército argentino, fue enviado a Tucumán como parte del Operativo Independencia, donde se estableció el primer centro clandestino de detención, conocido como La Escuelita (en Famaillá), iniciado en 1975 y continuado en dictadura. En mayo de 1976, Villarruel recibió un diploma de honor por parte del Ejército, por su actuación en ese operativo, que implicó asesinatos, torturas y desapariciones con los recursos del Estado. Por otro lado, su tío, el oficial de inteligencia Ernesto Villarruel, fue imputado por un operativo ordenado desde el centro clandestino “El Vesubio” (La Matanza, provincia de Buenos Aires) que terminó en la desaparición hasta el día de hoy de Guillermina Silvia Vázquez. Fue detenido en 2015 por el juez Daniel Rafecas. A pesar de las sobradas pruebas, por un diagnóstico de salud para afrontar un juicio, logró burlar una vez más a la justicia. Sobre su padre y su tío, Victoria Villarruel no solo no mostró distancia con lo que hicieron en el pasado, sino que parece “orgullosa” por su “legado”.

Cuando escucho a Villarruel decir que pelea por una “memoria completa” algo hierve en mi sangre ante la brutal asimetría de las fuerzas que vuelven a tratarse en el presente. Villaruel habla de: “Estado autoritario, comunista, basado en la tiranía y en el negar la esencia del ser humano. El Estado en democracia nos está violando los derechos humanos, porque, aunque el daño lo ocasionó un tercero, el Estado tiene el deber de protección”. No hay lugar para negacionismos ni revisionismos, menos aún acerca de la doctrina del “Proceso de Reorganización Nacional” cívico-militar (1976-1983), bajo el Plan Cóndor, en la historia institucional argentina. Tampoco hay lugar para tantos otros y otras asesinados en democracia, bajo las lógicas del gatillo fácil o de la desaparición por parte del Estado. Recordemos a Alfredo Bravo cuando dice: “Cuento esto para mostrarles a ustedes por qué estamos peleando. O bien, asesinos de Estado en nombre de una “guerra sucia”, o bien, “torturados-desaparecidos” bajo la voluntad de transformación histórica, con todos sus errores”.

AP: En virtud de las huellas imborrables de aquella dictadura, que van de los desaparecidos, hasta el comportamiento de las fuerzas de seguridad, el robo de bebés e incluso marcas financieras, este libro aparece como una cachetada, compleja, amplia, ramificada, a un presente en el que una parte de la sociedad parece desentendrse… 

AC: Para quienes ¿No resulta claro que Argentina vivió coaccionada y en estado de terror permanente, durante la doctrina del “Proceso de Reorganización Nacional” cívico-militar? En los últimos 40 años de democracia, intervinieron fiscales y jueces federales de la Nación, nacieron nuevas instituciones como las Madres, la Correpi, la CPM, entre otras, se investigó hasta acordar por juicios justos bajo el Nunca más, que de hecho las víctimas no recibieron. ¿Quedan aún dudas, de la “estructura financiera” diseñada para apoderarse de los bienes de las víctimas, por Emilio Eduardo Massera? ¿Resta alguna ceguera sobre la empresa “Will-Ri”, conformada entre otros, por los represores Jorge Acosta, Jorge Radice y Francis William Wahmond? Fue impulsada a juicio oral como la “Megacausa de la ESMA”, por el fiscal Eduardo Taiano y el juez federal Sergio Torres, remitiendo las acuaciones al Tribunal Oral Federal Cinco, donde la ex jueza Emilia Marta García, resulta acusada por cooperar con la estructura financiera diseñada por Massera. Se trata aún, de convencer a alguien, de qué los partícipes de la doctrina del “Proceso de Reorganización Nacional”, han sido pagados, mientras violaron, torturaron y robaron, por salarios del pueblo argentino. Solo hace falta recordar la historia documentada para responder a Milei y Villaruel.

AP: ¿Cuál es tu comentario sobre los métodos de eliminación de personas utilizó la doctrina del “Proceso de Reorganización Nacional” (1976-1983) en el marco más amplio del Plan Cóndor?

AC: Según afirma la activista y jurista Sophie Thonon, una nota del general Massu fechada el 19 de marzo de 1957, argumenta sobre uno de los principios aplicados luego por las juntas militares argentinas. No se puede luchar contra la “guerra revolucionaria y subversiva”, protagonizada por el comunismo internacional y sus intermediarios, con los procedimientos clásicos de combate. Es preciso utilizar métodos y acciones clandestinos y contrarrevolucionarios. Es preciso que esos métodos sean admitidos con “alma” y “conciencia”, como necesarios y moralmente válidos. Esa es la parte filosófica del “combate contrarrevolucionario”. La definición de la acción práctica le corresponde al teniente coronel Roger Trinquier, redactor de numerosos manuales militares difundidos en Argentina, con especificaciones sobre tortura y “organizador del concepto de guerra moderna”, según afirma Sophie Thonon.

La llamada con falsedad “guerra”, se articula en torno a tres ejes: la clandestinidad, la presión psicológica y la moralidad estrecha. Si se observan los dispositivos técnicos aplicados en Argelia, en seguida se puede leer su traducción en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. Trinquier inventó un sistema de búsqueda de la información, conocido en Francia como los DOP, “Destacamentos Operacionales de Protección”. Ese mismo sistema se plasmó en Argentina mediante los “Grupos de Tareas”. Los DOP en Argelia, como los “Grupos de Tareas” en el Cono Sur, interrogaban a los detenidos utilizando la tortura, recabando información sobre la organización político administrativa de los rebeldes, procediendo al arresto y a la eliminación de los sospechosos en lugares ocultos.

AP: En el libro se enhebran historias de los campos de concentración nazis, la embestida del Plan Cóndor en América Latina, la especificidad de la dictadura genocida en Argentina y desapariciones en democracia de México hasta nuestro país…      

AC: ¿Qué tipo de tácticas modernas llegan hasta el Plan Cóndor? La historia de los campos de concentración y de los laboratorios de tortura nos llevan hasta los bóers –también llamados afrikáners– granjeros de origen holandés, que se habían establecido en la zona de El Cabo a mediados del siglo XVII. Esta no fue la primera aparición de “campos de internado”, ya que los españoles habían utilizado la modalidad del “internamiento” durante la Guerra de Independencia cubana,aunque el sistema de “campos de concentración” de la guerra bóer, constituye la primera vez en que una nación entera es atacada y tratada sistemáticamente en los campos.Gran Bretaña, además, por razones geopolíticas, tenía un elevado interés en unir el continente africano de norte a sur bajo su “soberanía”, en tanto que los bóers además de otros pueblos como los zulúes, obstaculizaban esas pretensiones geopolíticas. Los ingleses en Sudáfrica son los grandes experimentadores de “estados de excepción” y de “campos de concentración”, matriz replicada por alemanes, rusos y franceses, con distintos modos y funcionamientos.  

De una historia a otra, una misma arqueología de los discursos actúa sobre la formación del Plan Cóndor. Así como la liberación de la Francia ocupada constituye un ícono de la recuperación de las libertades perdidas, durante el predominio del nazismo en plena guerra, se ha invisibilizado la circunstancia verificada que da cuenta de que el mismo día de los emocionantes festejos libertarios en París –el 8 de mayo de 1945– los franceses aniquilaban a 45.000 argelinos en Satif, por el solo hecho de luchar por la misma idea de independencia que se festejaba en la metrópoli. En 1945, los 45.000 muertos de Setif podían pasar inadvertidos; aunque en 1947, los 90.000 muertos de Madagascar podían ser objeto de una simple noticia en los periódicos; en 1952, las 200.000 víctimas de la represión en Kenya podían no suscitar más que una indiferencia relativa.

AP: ¿Hasta qué punto el colonialismo es un gran laboratorio del exterminio? Doctrinas que se cocinaron en la caldera imperialista desembocaron en una profunda pedagogía de la crueldad en nuestro continente y terminaron entremezcladas con nacionalismos de mampostería, como el de la dictadura de la desaparición de personas (así la definía Osvaldo Bayer)

AC: La originalidad del contexto colonial se funda en inventar una “especie dirigente” que es, antes que nada, la que “viene de afuera”, la que no se parece a los “autóctonos” o a los considerados: “los otros”. Los crímenes cometidos por los países coloniales han gozado de un piadoso silencio, aunque no constituyeron una excepción a la regla, sino la exploración de un laboratorio moderno de exterminio. En Francia, la verdad sobre los crímenes cometidos por las fuerzas especiales en Argelia, durante la guerra de independencia de ese país en los años ’50, fue disparada por las confesiones públicas de uno de los protagonistas, el general Paul Aussaresses, jefe de los servicios secretos franceses. El juez Roger Le Loire, investigó la desaparición de ciudadanos franceses en Chile y Argentina, e interrogó a Aussaresses para saber en qué medida estaba al corriente del Plan Cóndor, cuando era Agregado Militar en la embajada de Francia en Brasil, en 1975, y qué informaciones disponía sobre los llamados “cursos dados por sus hombres, a los oficiales argentinos”. 

Aussaresses dijo no saber nada, pero los documentos prueban que quedan muchas cosas por saber. La práctica de la tortura generalizada y el concepto de “guerra moderna” implica la eliminación o desaparición de cualquier forma de oposición, y encontraron sus mejores teóricos en la figura de dos militares franceses que realizaron viajes a Buenos Aires de formación pedagógica, entre los años 1957 y 1975. Sophie Thonon, la abogada de los familiares de franceses desaparecidos en la Argentina, afirma con acierto, que numerosas misiones conjuntas de los ejércitos de aire y tierra franceses, fueron a las escuelas de guerra y a las academias militares argentinas. El 4 de enero de 1981, el general Ramón Camps, recuerda en un artículo del diario argentino La Prensa, que esas “misiones y cursos” comenzaron bajo la dirección de los teniente coroneles Patrice de Naurois y François-Pierre Badieï. Ambos especialistas en torturas y desaparición, en las tácticas de guerra moderna desigual. Aquellas “sesiones” sirvieron para transmitir las experiencias de los oficiales franceses en las guerras de Indochina y Argelia. Las tácticas fueron inculcadas por el general Salan y, sobre todo, por el teniente coronel Roger Trinquier.

AP:Si bien desde el Plan CONINTES en tiempos de Frondizi se implementaron tácticas represivas importadas de Francia (probadas por los colonialistas franceses en Argelia), el golpe de Estado de Onganía marca un paso que lo conecta con el proceder de las Juntas militares… Como digresión cabe recordar que la antesala del golpe perpetrado contra el gobierno de Arturio Illia, estuvo marcada por marchas y manifestaciones de sectores medio que pedían “libertad”, entre carteles que prolija y organizadamente llevaban escrita la consigna “Basta Illia”, retratada por la tapa de la revista Panorama, de manera cómplice. Retomando la saga CONINTES, Onganía, Juntas Militares ¿Insiste la pregunta por quién financió este plan sistemático de formación pedagógica para el terror?

AC: El cronograma de las misiones francesas a la Argentina permite sostener que durante la dictadura de Onganía, aquellas enseñanzas alcanzaron una densidad inédita. En sus años en el poder, las estadías de los “expertos en terror”, pagados por el gobierno de facto argentino, fueron las más numerosas concurrencias hasta la intervención directa de especialistas de la CIA. Luego, todo lo aprendido, pareció llegar a su punto culminante con el Proceso cívico- militar, sostenido en las tácticas del Plan Cóndor. Un testimonio directo de Camps termina por demostrar la “hermandad” técnica y moral que existía entre el cuerpo de “oficiales argentinos” y los “misioneros franceses” que venían de París, con la valija llena de “métodos” para desaparecer, matar y borrar las huellas. En el artículo de La Prensa, Camps declaró, como una forma de homenaje: “En la Argentina primero recibimos la influencia francesa, después la norteamericana. Las aplicamos respectivamente de manera separada y luego conjunta, tomando los conceptos de las dos hasta que la norteamericana predominó. Pero hay que decir que la concepción francesa era más exacta que la norteamericana. Esta última se limitaba casi exclusivamente al aspecto militar, mientras que la francesa consistía en una visión global”.

Después de haber abandonado Argentina, Mario Sandoval –conocido como el “Carnicero” de la última dictadura militar– regresa a su país treinta años después desde Francia, para enfrentar a la Justicia por la desaparición de un estudiante, uno de los centenares de crímenes que se le atribuyen. Aunque se sospecha que participó en más de 500 asesinatos, torturas y secuestros durante el proceso militar, la justicia se apoyó solamente en el caso del “presunto” secuestro y desaparición del estudiante Hernán Abriata en 1976 –visto por última vez en la ESMA– para pedir la extradición, ya que hay una decena de testimonios que lo implican directamente. Tras una larga batalla judicial, el gobierno francés dio luz verde, y su extradición comenzó el 21 de agosto de 2018, cuando fue detenido, tras ocho años de batalla judicial. El ex policía argentino formó parte de los asesores internacionales del presidente Nicolas Sarközy. Aunque aseguraron no conocer su verdadero sobrenombre de “churrasco”, por el modo de tratamiento de las víctimas torturadas y desaparecidas.  

AP:Aún pesa sobre nuestros modos y maneras de vivir esta saga de asesinatos y desapariciones… ¿Por qué crees que se torturó con tanta saña y venganza?

AC: La corpografía de las torturas quedó grabada a fuego en los testimonios del Nunca Más. Sabemos lo que esto significa para la memoria del siglo del horror que nos antecedió, en el que la crucifixión formó parte de la tortura en las “parrillas” de nuestros centros clandestinos. El mordaz testimonio de Guillermo Marcelo Fernández, con el que cerró la presentación de pruebas sobre la Mansión Seré, da cuenta de estas prácticas: “¿Y el Tano?”. “Qué personaje grosero el Tano, ¿eh? Pegaba fuerte el Tano. Un día, al grito de ‘hijos del diablo, hijos del diablo’, agarró un látigo y empezó a pegarnos. ‘Son todos judíos’, decía, ‘hay que matarlos’. Nos obligó a rezar el Padrenuestro. A Claudio Tamburrini se le había hecho un blanco. Me lo dijo y se lo recité. Y así fue esa especie de orgía religiosa que había organizado el Tano”.  En las prácticas de las “capuchas”, entre gritos y silencios, violaciones y picanas; en la tortura de la “pecera” de la ESMA, que se exhibe ante otros torturadores en proceso de aprendizaje, se siente la angustia y terror de los cuerpos de las víctimas. La tortura es el arte del desmembramiento. Nada pasa en otro lugar que en el cuerpo y por el grito.

Uno reconoce al fascista en el grito: ¡Viva la muerte! Toda persona que dice ¡Viva la muerte! es un fascista. Todo en mí se ofende cuando veo formas de un culto cualquiera de la muerte. Porque eso es el fascismo, eso es la tiranía. Cuando una sociedad insiste en un estado de tiranía, vive en el límite de una carnicería. Espera el acontecimiento que pueda extinguirla o liberarla. Allí donde el miedo, el desamparo, la pobreza y la falta de adherencia han llegado a un estado de extrema madurez como la nuestra, a cuarenta años luz de una democracia luchada y conseguida, se nos revela la tristeza y el silencio que se extiende entre nosotros, a pesar incluso de una historia que nos avala. El lugar en el que se desarrolla la historia es el país donde insisten las sacudidas físicas y los desaparecidos siempre pendientes, que piden de nosotros motivos, implicación y tono, para poder atestiguar una vez más, sobre el país del destierro, de los campos de exterminio y de los vuelos de la muerte.

AP: ¿Cómo percibís las apropiaciones de la memoria, las disidencias en el interior de la lucha, la necesidad de la mayor amplitud posible? Por otro lado, ¿cómo vuelve el negacionismo al argumento de una “guerra”?

AC: Hay que escuchar otras voces e integrarlas para pensar los crímenes de Estado, incluso en desacuerdo con estas, reconociendo con el mayor respeto cada posición ante el dolor. “Soy una sobreviviente no apta para el gobierno actual, por lo tanto, nunca fui convocada a ninguno de los megashows de la ESMA”, declaró María Luján Bertella, quien estuvo secuestrada en la ESMA a los 21 años, dio su testimonio ante el Tribunal Oral y Federal N° 5. Bertella confesó que, por influencia de su pareja, un dirigente montonero, había omitido en su declaración ante el CELS en 1984/85 la autocrítica que ella hace sobre su militancia de entonces –se cuestiona, por ejemplo, haber justificado con un ligero “Es la Guerra” el atentado contra la casa de Guillermo Walter Klein, donde había cuatro niños de entre cuatro y doce años–. Amplía además el concepto de víctima: “Las situaciones de víctima son muchas. En definitiva, yo fui víctima en primer lugar, a los 15 años, de Montoneros, a los 21 años fui víctima de la ESMA y en el exilio, una vez que recuperé la libertad, fui víctima de muchos integrantes de organismos de Derechos Humanos que me hicieron vivir la dificultad de presentarme como sobreviviente de la ESMA”.

La Nación y Clarín utilizaron ese argumento por parte de sus principales columnistas: “Perturba constatar que aquellos que fueron desaparecidos políticos de la dictadura, hoy estén dispuestos a hacer desaparecer voces que los contradicen”. Este ha sido el más preciso apoyo de La Nación y Clarín que recibió Villarruel durante los últimos 20 años, quien, como recordabas, brindó el lunes 4 de septiembre de 2023, en la Legislatura porteña, un homenaje a las víctimas de los ataques de grupos guerrilleros como Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). El negacionismo se macera a fuego lento en la historia y un día derrama como volcán de lava. Entre nosotros siempre se hizo desaparecer desde el poder lo que molesta, para construir la versión del relato oficial. La Revolución del ‘55 negó el nombre de Perón, los símbolos del peronismo y hasta secuestró el cuerpo de Eva Perón. Como si fuera posible eludir la opinión de alguien, la verdad de otro, con sólo negarla o dejar de nombrarla. Lógica que imperó a lo largo de nuestra historia autoritaria y que hoy se replica en nuestra cultura política. ¿Sucede lo mismo con libros llamados “silenciados” o testimonios de arrepentidos? ¿Han sido borrados del presente los libros de Graciela Fernández Meijide No eran héroesEl testamento de Hector Leis, un ex montonero que cuestiona la “lucha armada”? Creo que han sido leídos y son de gran valentía, porque no justifican ni el autoritarismo ni la toma de las armas.

AP: ¿Cómo te ubicaste en el debate acerca del “No matarás” de Oscar del Barco? De alguna manera participamos de esa polémica sin “elegir bandos”, sino publicando la respuesta de León Rozitchner (Acerca de la derrota y de los vencidos), en uno de los polos, pero valorando la reflexión colectiva y conflictiva abierta por del Barco…

AC: El filósofo cordobés Oscar del Barco, uno de los intelectuales que más influyeron en el pensamiento de izquierda y que eleva su voz en No matarás, asumió públicamente su responsabilidad no en tomar las armas, sino en haber influido ideológicamente en los jóvenes que terminaron usándolas. “Al leer la entrevista con Héctor Jouvet, cuya transcripción ustedes publican en los dos últimos números de La Intemperie, sentí algo que me conmovió, como si no hubiera transcurrido el tiempo, haciéndome tomar conciencia (muy tarde, es cierto) de la gravedad trágica de lo ocurrido durante la breve experiencia del movimiento que se autodenominó ‘ejército guerrillero del pueblo’. Al leer cómo Jouvet relata suscinta y claramente el asesinato de Adolfo Rotblat (al que llamaban Pupi) y de Bernardo Groswald, tuve la sensación de que habían matado a mi hijo y que quien lloraba preguntando por qué, cómo y dónde lo habían matado, era yo mismo. En ese momento me di cuenta de que yo, por haber apoyado las actividades de ese grupo, era tan responsable como los que lo habían asesinado. Pero no se trata sólo de asumirme como responsable en general, sino de asumirme como responsable de un asesinato de dos seres humanos que tienen nombre y apellido: todo ese grupo y todos los que de alguna manera lo apoyamos, ya sea desde dentro o desde fuera, somos responsables del asesinato del Pupi y de Bernardo”. Es tan cierto que no hay causas ideales, como dice también del Barco,  que justifiquen lo actuado, como que asumir la responsabilidad es apenas un gesto en esa inmensidad del “No matarás”.

Adrián Cangi es ensayista, editor y filósofo. Posdoctor en Filosofía y Letras (USP-FAPESP). Dr. en Sociología, Filosofía y Letras (USP). Especializado en Estética y Teoría del arte (UCM-Fundación Ortega y Gasset). Profesor e investigador UBA, UNLP y UNDAV. Director de la Maestría y Centro en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas (UNDAV). Autor entre otros de Antibiografía. Declaraciones impropias (2022) ycoautor deEl anarca. Filosofía y política en Max Stirner (2021, 2023, junto a Ariel Pennisi; libro editado en Italia).

 *Ariel Pennisi es ensayista, docente e investigador (UNPAZ, UNA), codirector de Red Editorial, integrante del Instituto de Estudios y Formación de la CTA A y del IPyPP, autor de Nuevas instituciones (del común), entre otros, coautor de El anarca (filosofía y política en Max Stirner), La inteligencia artificial no piensa (el cerebro tampoco), Del contrapoder a la complejidad. Defender la matriz frente a la matrix 1, Si quieren venir que vengan. Malvinas: genealogía, guerra, izquierdas, Renta básica. Nuevos posibles del común, entre otros. Integra el Grupo de Estudio de Problemas Sociales y Filosóficos en el IIGG-UBA