Ortega, Botín, Roig, Entrecanales: dinero y poder en España, una historia de familias

El tejido empresarial está dominado por un grupo de clanes que se perpetúan generación tras generación e invierten en nuevos sectores para diversificar su patrimonio

Ortega, Botín, Roig, Entrecanales: dinero y poder en España, una historia de familias
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Emilio Botín Sanz de Sautuola y López murió el segundo día del otoño de 1993 en El Promontorio, un hermoso palacete de estilo inglés de la capital cántabra. Banquero, hijo y nieto de banqueros, durante los 57 años que dedicó al Banco de Santander convivió con la dictadura del general Primo de Rivera, la República, el franquismo y la democracia. Hoy su nieta, Ana Patricia Botín, preside el banco familiar, que tiene una capitalización de casi 60.000 millones y es una de las mayores empresas del país. Muchas cosas han cambiado desde los tiempos de su abuelo, pero otras siguen ahí, como la pervivencia de una cultura familiar adherida al proyecto financiero que continuó su padre y que ahora descansa en ella.

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Control sindical

Una información fechada el 1 de abril de 1979 en este periódico hacía públicos varios listados con lo que los españoles pagaban a Hacienda. Lo encabezaba José María Ruiz Mateos (Rumasa), y lo continuaban el industrial guipuzcoano José María Aristrain, Ramón Areces (El Corte Inglés), el banquero Ignacio Coca (absorbido por Banesto) y el segoviano Nicomedes García Gómez (Whisky DYC).  Seis páginas que hoy serían irreproducibles por la ley de protección de datos ponían nombre y apellidos a la élite social que desembarcaba en una democracia recién estrenada. 44 años después, las reflexiones sobre el poder siguen suscitando un debate amplio. “Uno de los avances civilizatorios de la democracia está en que el poder no sea permanente, pero nos encontramos con que el económico es más permanente, y eso genera el problema de la captura de  reguladores, políticos, de las puertas giratorias”, piensa Carlos Martín, diputado de Sumar. “Creo que el siguiente salto civilizatorio, como defienden Thomas Piketty o Gabriel Zucman, es plantear que ese poder sea más temporal. Ya lo hemos conseguido en la composición musical, en donde se han acortado los tiempos de uso de las patentes. ¿Por qué no hacerlo con la propiedad de los medios de producción?”. En su relato, Martín introduce la propuesta del pacto de Gobierno para incorporar a representantes de los trabajadores en los consejos de administración empezando por las grandes compañías, algo que funciona desde hace años en países como Alemania y que la patronal ha rechazado para España. “Si el progreso nos lleva a un mundo cada vez más robotizado donde conseguimos liberarnos del trabajo, en ese nuevo mundo tendremos que articular formas nuevas de participar en los beneficios que se generen de los medios de producción”, desarrolla. Pero incluso así, apunta  Andrés Villena, quizá solo se consiga incoporar a la élite sindical a los consejos, y no facilitar un control real de la base de trabajadores.