Cupra: cómo crear una marca de coches de la nada y situarla entre las que más crecen de Europa

La segunda marca de coches de Seat triplica su valor desde su nacimiento, hace apenas cinco años

Cupra: cómo crear una marca de coches de la nada y situarla entre las que más crecen de Europa

“¿Quién puede decir que ha montado una marca de coches?”. Wayne Griffiths, presidente de Seat, es uno de ellos y lleva algo de razón con su pregunta retórica. Son pocos los elegidos. Solo hay que revisar la historia de Grupo Volkswagen, en la que lleva 35 años. Se quedó Audi en los sesenta, compró Seat en 1986, adquirió Lamborghini en 1998 y Skoda un año después. Pero tuvo que esperar hasta 2018 para dar a luz su primera marca, Cupra, que, de hecho, nació casi sin plan estratégico ni directrices del grupo: “Era arriesgado, pero... no risk no fun [sin riesgo no hay diversión]”, señala el ejecutivo, uno de los padres de la marca. Si le cayó encima el desarrollo fue porque el gran ideólogo del proyecto, Luca de Meo (ahora en Renault), sabía de su gusto por los vehículos deportivos: a su llegada a Seat, procedente de Audi, se negó a aceptar como coche de dirección el preceptivo Ateca de la marca española y pidió un Seat Leon Cupra (entonces era solo una gama deportiva de Seat) oscuro de retrovisores y llantas naranjas que fue customizando con “mis amigos” de ABT, una casa alemana de tuneo de coches.

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Wayne Griffiths , consejero delegado de Cupra, posando junto a un Cupra Formentor.