El internismo extremo desgasta a los dos principales frentes

Hasta hace un año seguro ganador de las presidenciales de este año, Juntos por el Cambio se ha complicado por decisiones fallidas y vivió su semana más difícil en los 8 años de existencia que lleva ese espacio. El oficialismo, en tanto, adolece de candidatos poco taquilleros y una crisis económica inmanejable.

El internismo extremo desgasta a los dos principales frentes

Por José Angel Di Mauro

Hay dos fechas clave en los meses de junio de cada año impar. Hablar de los años impares es referirnos a los electorales, y por lo tanto citamos el vencimiento del plazo de solicitud de reconocimiento de alianzas transitorias y confederaciones para participar en los comicios (14 de junio), y el cierre de listas de precandidatos para las PASO (24 de junio).

Toda la atención siempre está puesta en el último sábado del mes, cuando se conocen las fórmulas e integración de listas legislativas; la novedad es que esta vez todos estén tan pendientes de la inscripción de las alianzas electorales entre partidos, un dato generalmente protocolar, pues los contendientes más importantes suelen llegar a esa fecha con ese tema resuelto.

No es el caso de esta elección, que ha sumado esta semana ingredientes novedosos para una cita electoral ya de por sí marcada por numerosas particularidades inéditas. El intento de Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales -con la anuencia de la Coalición Cívica y el Peronismo Republicano- de generar un nuevo frente opositor que incluya al gobernador cordobés fue un bombazo dentro de Juntos por el Cambio.

El tema venía siendo conversado desde hace tiempo, aunque como un acuerdo de gobernabilidad a anunciar posteriormente a las PASO. Pero las negociaciones se aceleraron a partir de la segunda semana de mayo, con la intención de introducir ese anuncio para las elecciones de agosto.

El jefe de Gobierno porteño venía conversando con su par cordobés y otras figuras que se sumarían a la movida, como Florencio Randazzo. Desde lo que podría denominarse “peronismo disidente” ponían fichas a que Larreta rompiera Juntos por el Cambio y armara un nuevo frente electoral con el radicalismo, la Coalición Cívica y el peronismo no kirchnerista. Una posibilidad que coincidía con la premisa larretista de armar desde el gobierno una coalición que reuniera el 70% de las fuerzas, de modo tal de darle la gobernabilidad necesaria a una administración que deberá sortear una crisis gigantesca.

En esas elucubraciones que avanzaban por esos días de mayo se especulaba con unas PASO que incluyeran a Larreta, Schiaretti y Juan Manuel Urtubey, con alguien del radicalismo que podría ser Facundo Manes. Eso contemplaba que la implosión de JxC llevara a Patricia Bullrich y Mauricio Macri a establecer un acuerdo electoral con Javier Milei. Morales, en tanto, iría como vice de Larreta.

En esas negociaciones no se especulaba especialmente con la posibilidad de que el gobernador cordobés fuera vice de Larreta; más bien iría como su jefe de Gabinete en caso de ganar el dirigente del Pro las elecciones. La obsesión de Schiaretti pasa por no perder la provincia de Córdoba, de ahí que no le pusiese demasiada atención al armado en los 24 distritos del país. El ancla partidaria con el que se proyectaría electoralmente es la Democracia Cristiana, partido con el que “el Gringo” mantiene un acuerdo histórico, a través de Juan Brügge, dirigente cordobés de la DC que fue diputado nacional entre 2015 y 2019 y hoy ocupa un cargo de director en el Banco de la Provincia de Córdoba.

Con todo, a Larreta y Morales no les cerraba generar una ruptura de JxC. Nada garantizaba además que Bullrich y Macri se fueran con Milei. Los propios protagonistas de esta disputa se han cansado de repetir antes y ahora que la sociedad no perdonará nunca a quien rompa la principal oposición.

Eso sí, desde el larretismo aclaran que el acuerdo con el cordobés no está caído y que solo podría variar la manera como se presentaría el entendimiento.

No dan los tiempos ya para alcanzar un acuerdo que debería incluir un cambio de nombre para el frente opositor y el consenso necesario para sumar a la totalidad del Peo. Larreta -desde cuyo sector anticipan que habrá novedades en los próximos días- necesita al gobernador cordobés bien cerca para que le rinda como él desea: proporcionándole una mayoría de votos en el segundo distrito más poblado del país. Afecto a los aparatos partidarios, Rodríguez Larreta confía en que Diego Santilli sea su carta ganadora en la Provincia, brindándole una diferencia clave en el Conurbano, para su disputa individual con Patricia Bullrich. El jefe de Gobierno se imagina ganador en el distrito porteño y ve entonces a La Docta como la llave de un triunfo en las PASO.

Pero las cosas no parecieran ser tan lineales, sobre todo en unas elecciones tan particulares como estas. En la Provincia, lo razonable es que el candidato presidencial sea el que arrastre al candidato a gobernador, y no al revés; en la Ciudad el voto macrista puede superar al del propio jefe de Gobierno, y en Córdoba la realidad es que hoy la exministra de Seguridad lidera las encuestas. Ese es el origen de esta movida de Larreta. La integración de Schiaretti a JxC o como se llamara si lo sumaran, no era para que compitiera por sí solo: si va por afuera no le serviría a Larreta, pues le restaría votos.

“El que va ganando no patea el tablero al filo de los cierres”, advierten desde el bullrichismo, donde consideran haber controlado la situación, mas se mantienen alertas. Como sea, vale considerar las observaciones del consultor Carlos Fara, quien relativiza precisamente el valor de las encuestas. “Solo a efectos metodológicos, debe recordarse que está existiendo un importante rechazo a responder encuestas, sobre todo telefónicas, y que quienes más responden son los más politizados e informados, segmento en el cual tiene clara ventaja Patricia”, señala como especialista en la materia.

La estrategia hasta ahora fallida del tándem Larreta-Morales estaba destinada a darse de bruces con la campaña en Córdoba, donde votan al día siguiente del cierre de listas. Si bien las encuestas le dan ventaja al candidato Schiaretti, Martín Llaryora, desde antes de lo sucedido la semana pasada, está claro que Luis Juez le endilgará a Larreta una eventual derrota el 25 de junio. Y si gana, le agradecerá a Patricia Bullrich y Macri. También es cierto que el gobernador cordobés no hubiera aceptado estas jugadas de estar seguro de que gane su delfín. La realidad es que las elecciones que se celebran cada domingo en decenas de municipios cordobeses están dando resultados equilibrados, pero con algunas derrotas del schiarettismo. Algunas notorias, como La Calera el domingo pasado. “Es como si el peronismo perdiera en La Matanza”, ejemplificó un cordobés, dándole la razón a quienes en Juntos por el Cambio se agarran la cabeza por estar desaprovechando la situación. El lunes pasado, en lugar de estar hablando de esos resultados, la atención se la llevaba la disputa en torno a un gobernador cordobés que, de paso, aclaraba que no pensaba sumarse a Juntos por el Cambio.

En la vereda de enfrente no están mejor. Cuando parecía instalada la aceptación de que hubiera PASO en el frente oficialista, se reforzó la presión por acordar una lista única. Justo cuando la propia vicepresidenta parecía convencida de la conveniencia de unas primarias, los gobernadores fueron contundentes en el sentido contrario. Toda una señal de que CFK ya no ostenta el poder de otrora.

Celebró Sergio Massa, cuyas acciones habían decrecido las últimas semanas, pero ahora revivieron sus aspiraciones a ser el candidato oficialista. Unico, según remarcan desde su entorno como condición innegociable. Si bien algunos retrucan las amenazas que desde el Frente Renovador han hecho respecto de jugar solos si hay interna advirtiendo que “no tienen adónde irse”, la realidad es que el poder de fuego del ministro no es de soslayar: nadie quiere que deje el Palacio de Hacienda por el tembladeral que eso generaría; y si fuera candidato, ¿cómo podrían permitirse las críticas de su eventual adversario sin dañar aún más a la propia economía?

Como sea, Daniel Scioli dice y repite que no está dispuesto a bajar su candidatura. El embajador en Brasil cuenta con el guiño del propio presidente, y un frente de partidos nacionales que son la estructura partidaria para las candidaturas nacionales en CABA, provincia de Buenos Aires y todo el país. Dicen que no van a aceptar candidaturas sin competencia, reclaman reglas de juego claras para todos los que compitan, piso electoral lo más bajo posible para poder integrar las listas después de los resultados de la elección y la conformación de un programa de gobierno.

Están el Partido del Trabajo y la Equidad (ParTE, de Alberto Fernández); Proyecto Sur, Compromiso Federal, Miles y Lealtad y Dignidad (partido provincial de Buenos Aires). Están también Eduardo Di Cola (Córdoba) y Chino Navarro por el Movimiento Evita. En la provincia de Buenos Aires están armando listas en las 8 secciones electorales y en los 135 distritos

“Es la consolidación de un frente peronista que se referencia en Scioli y Tolosa Paz, dispuesto a competir en las PASO armando en todas las jurisdicciones”, confió una fuente del sector.

“Vamos todos a las PASO, a competir por todos los cargos, en listas separadas en todas las provincias, con reglas de juego claras”, concluyó.

Tanto Scioli, como Alberto, no parecen dispuestos a ceder.