En el pueblo de las familias jornaleras: “Quiero que mi hijo estudie, que no siga en el campo”

La localidad gaditana de Puerto Serrano presume de la fama de sus temporeros nómadas y profesionalizados, mientras lucha por mejorar sus condiciones

En el pueblo de las familias jornaleras: “Quiero que mi hijo estudie, que no siga en el campo”
Juan Luna, jornalero de Puerto Serrano, recoge la aceituna por la noche en la finca Santa Magdalena, en Morón de la Frontera, Sevilla.

Noemí Luna se pierde rebuscando al primer jornalero de su árbol genealógico: “A mi padre le viene de mi abuelo y mi bisabuelo, a su vez, también se dedicaban al campo”. Así que la joven de 26 años sería, al menos, la cuarta generación. “Y espero que mi hijo no sea la quinta, me gustaría que estudiase y pueda hacer algo que yo no pude”, tercia rotunda la temporera, poco antes de embarcarse en plena madrugada en el coche con el que irá a recoger la aceituna junto a su padre, su hermano y su pareja. “Toda la familia nos dedicamos al campo, eso es normal por aquí”, explica Luna. Ni media hora después, los cuatro estarán encaramados a escaleras o de rodillas, con un capazo colgado del pecho mientras peinan olivos a destajo.

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