La lucha de un joven de 20 años para que le autoricen un trasplante: “La obra social tardó tanto en responder que el cáncer volvió”

Máximo Gómez Jaroslavsky tiene 20 años y fue diagnosticado con un linfoma de Hodgkin. Después de un duro tratamiento, la enfermedad se fue. Debía someterse a un trasplante para completar su cura. Pasaron cinco meses y la obra social nunca lo autorizó. Finalmente, el cáncer volvió. “Ahora estamos igual o peor que cuando arrancó”.

La lucha de un joven de 20 años para que le autoricen un trasplante: “La obra social tardó tanto en responder que el cáncer volvió”

Lo cuentan para que los responsables se hagan cargo. Y para que no les pase a otros y otras. “Es injusto para él y es injusto para nosotros como familia”, dijo Roberto Gómez sobre el drama que atraviesa su hijo Máximo, de 20 años. Le diagnosticaron un linfoma de Hodgkin cuando terminaba la secundaria. Después de un duro tratamiento, la enfermedad se fue. Debía pasar por un autotrasplante de médula para evitar una recaída. La oba social nunca lo autorizó. Y el cáncer volvió.

“Le hicieron el viernes el PET (tomografía de emisión de positrones), el estudio que ve el grado de evolución de la enfermedad. Ahora estamos igual o peor que cuando arrancó. Tiene todos los órganos comprometidos, como al principio. El informe dice que hay riesgo de vida. Todo esto debido a la inoperancia de la obra social”, lamenta Roberto en diálogo con Tiempo. Pasaron cinco meses desde que la familia empezó a tramitar la autorización.

Foto: Gentileza Roberto Gomez

“Nunca lo autorizaron”

Máximo vive con su mamá y dos hermanos en Bariloche. Se atiende con la cobertura del Instituto Provincial del Seguro de Salud (IPROSS). La primera señal de alarma fueron ganglios inflamados. Los exámenes confirmaron que tenía un linfoma de Hodgkin en grado 4, un tipo de cáncer que se forma en el sistema linfático. La primera quimioterapia, ambulatoria, no dio resultado. La segunda fue mucho más fuerte, con internaciones en terapia intensiva. Esta vez sí, el cáncer se fue. Pero había que dar un paso más para evitar su vuelta.

“Le hicieron un PET a fines de diciembre. Salió perfecto. Debería haber tenido un trasplante de médula ni bien se recuperó. La iban a irradiar unas pocas células cancerígenas, hacer el trasplante y quedaba diez puntos. La obra social nunca lo hizo. Nunca salieron los trámites”, relata el papá de Máximo.

“El 10 de enero habíamos presentado todos los papeles para el trasplante. Nunca lo autorizaron. Daban vueltas. Que sí, que no. Pedían papeles dos o tres veces. A la mamá de Maxi le decían como excusa que tenían que mandar los papeles a Viedma y eso tardaba. Pero está todo digitalizado, ¿quién manda papeles por correo o chasqui?”, se indigna.

“No es el único caso”

“¿Vieron que hijo tiene que hacerse un autotransplante para que el cáncer no vuelva? La obra social tardó tanto en responder que el cáncer volvió. IPROSS sos responsable”, escribió Mariana Jaroslavsky, mamá de Máximo, en su cuenta de X. El caso ganó visibilidad en redes. Tras una nota en El Diario de Río Negro, la familia recibió la llamada del gobernador.

“Ayer miraba todos los mails que mandé, pensaba en todas las veces que fui a la obra social a llevar papeles, a preguntar, a seguir los trámites y me vuelvo a enfurecer de la inoperancia y maldad de esta gente”, posteó luego.

“Desde que empezamos a salir en los medios se empezaron a mover. Si hacés lío, las cosas avanzan. Lo mismo con la criopreservación: no la autorizaban, lo mandaban a mi hijo a hacérsela en Neuquén. Cuando salió esto en diarios de Río Negro y Mendoza, dijeron que se la podía hacer en Bariloche. Antes la madre había estado peleando por eso y le decían que no”, cuestiona Roberto.

Mientras analizan la posibilidad de judicializar el caso, siguen dando difusión. “Estamos intentando judicializar todo. No queremos que se la lleven de arriba. Que aprendan. Porque esto le va a pasar a otra persona”, alerta. “Nos enteramos de otra gente que ya ha pasado por lo mismo”.

Foto: Gentileza Roberto Gómez

Música y buen humor

“Es algo que no se merece. Ya había pasado esta etapa, después de casi un año de quimioterapia. No pudo empezar la facultad. Esto le cortó todo. Le dije que es como si le hubiera tocado hacer la Colimba”, narra el papá del joven. Resalta que “él está enojado, pero no es una persona que se deprima. Es un tipo que va para adelante”.

Roberto cuenta que Máximo “tenía el pelo por la mitad de la espalda y ahora está pelado, pero hasta hacía chistes cuando estaba en quimioterapia”. Que es músico de rock y sigue componiendo. Que está de novio y muy contenido. Que cuando terminó la secundaria tenía ganas de estudia periodismo. “Tiene un montón de proyectos. Todo esto es injusto para él”.