La Veloz del Norte II: “Levin quería eliminar a quien se opusiera al manejo que hacía del personal de la empresa”

El sobreviviente Víctor Cobos relató cómo el empresario usó el terrorismo de Estado para disciplinar trabajadores, con quienes mantenía un largo conflicto laboral. El juicio por la responsabilidad de la empresa entra en etapa de alegatos tras testimonios de sobrevivientes y familiares.

La Veloz del Norte II: “Levin quería eliminar a quien se opusiera al manejo que hacía del personal de la empresa”

“Nunca más hubo huelgas, nunca más”, recuerda Víctor Cobos, quien era chofer de La Veloz del Norte y delegado gremial, por lo que fue uno de los principales apuntados por la patota de la Policía de Salta que entre el 20 y el 24 de enero de 1977 secuestró a 17 trabajadores y trabajadoras de la empresa de colectivos con el objetivo de eliminar cualquier resistencia sindical dentro de la empresa que entonces era de Marcos Levin.

Durante las últimas semanas, ex trabajadores de La Veloz del Norte y familiares de las víctimas declararon ante el Tribunal Oral Federal 1 de Salta en el juicio que se le sigue por crímenes de lesa humanidad a Levin, a su exjefe de Personal José Antonio Grueso y el excomisario Víctor Hugo Almirón, que la semana próxima entrará ya en la etapa de alegatos

Cobos fue uno de los primeros en declarar al igual que su hermana, Cristina, referenta de la mesa de Derechos Humanos de la provincia. Ambos son parte de una familia diezmada por la dictadura: su hermano Martín, de 17 años, fue asesinado cuando un grupo de tareas buscaba a con su otro hermano, Ernesto, militante de la Juventud Peronista, y Víctor Brizzi, esposo de Cristina y al igual que ella militante de la JP, fue desaparecido mientras hacía el servicio militar.    

Cobos ingresó a trabajar como chofer de la Veloz del Norte en 1972 luego de algunos años en la empresa Atahualpa. Un año antes, en 1971, había sido parte de los comienzos de la UTA de Salta, desde donde peleaban por reivindicaciones laborales básicas como el descanso para los choferes o el pago de viáticos. A poco de ingresar a la empresa, fue electo delegado de todos los trabajadores de La Veloz y se convirtió en una molestia para Levin.

“Ahí empezaron los conflictos porque Levin era un tipo muy cerrado, un patrón que verdugueaba a los empleados y quien no se ponía en línea con lo que él quería era despedido sin justa causa y sin pagarle un peso. Empecé a trabajar firmemente como delegado y a hacer paros. Yo no me le callaba y a Levín eso no le gustaba. Tuvimos muchas luchas en el Ministerio de Trabajo, con discusiones muy acaloradas”, recordó y agregó: “Yo era el enemigo número uno para él.»

«No me podía echar porque no había causal y estaba apoyado por todos los compañeros de transporte. Entonces él tenía un castigo psicológico, me sacaba de la línea principal que era el coche expreso Salta Tucumán y me mandaban a otros servicios interurbanos, trayectos cortos, con barro, tierra y calor”, agregó.

Entre 1973 y 1976, huelgas mediante, consiguieron algunas reivindicaciones, como mejoras salariales y el pago de viáticos, pero con el golpe del 24 de marzo de 1976 la situación cambió drásticamente. “Ahí nos empezaron a seguir por todos lados, yo tenía un auto parado en la esquina de la cuadra donde vivía. En septiembre de 76 entraron a la casa de mis padres a buscar a mi hermano Enrique y a mí también. Estaba mi hermano más chico Martín, que cuando salió corriendo a la calle le metieron 32 balazos. Afuera de la casa estaba el Falcon celeste que yo siempre señalé porque era de La Veloz del Norte y Levin se lo daba al subcomisario Víctor Bocos”, detalló Cobos.

Marcos Levin

El rol de Levin

Algunos meses después, en enero de 1977, a partir de una causa falsa iniciada por Levin, 17 trabajadores de la empresa fueron secuestrados y llevados a la Comisaría Cuarta de Salta, donde fueron torturados.

“Detuvieron a uno, lo torturaron y lo obligaron a decir que robábamos a la empresa. A mí me sacan de La Veloz del Norte. Yo salía de viaje ese día a las 11 de la mañana y apareció Bocos con otros que me bajaron del coche, me pusieron las esposas, una capucha y me cargaron en el auto. En la Brigada me tuvieron cinco horas parado al sol hasta que metieron en una habitación, me desnudaron y empezaron a golpearme y a torturarme. Todas las preguntas estaban dirigidas de actividades político-gremiales y a dónde estaba mi hermano Ernesto”, contó el sobreviviente.

Cobos aclaró: “La causa fue un invento de Levin para tapar los secuestros. Él era el que comandaba todo acá, era un tipo muy poderoso: íntimo amigo del gobernador, del jefe de policía, de los jueces, hacía y deshacía en Salta, su palabra era oro”.

En la comisaría lo vió a Grueso, el jefe de Personal de la empresa, y también reconoció a Levin: “La segunda vez que me llevan fue a una habitación cerrada, chiquita. Alcancé a sentir un perfume y era el que usaba Levin. Yo era el que discutía con él en su oficina y cuando entraba sentías ese aroma. Cuando lo sentí en esa habitación me di cuenta de que estaba ahí, había entrado a ver cómo me torturan, a disfrutarlo”.

Víctor estuvo casi 3 meses detenido. Cuando fue liberado, la Veloz del Norte lo despidió y debió salir de la provincia, donde era perseguido y no podía conseguir trabajo. “Tanto Grueso como Levin son responsables. Buscaban eliminar cualquier elemento que se opusiera al manejo que hacía del personal de su empresa.  Después de eso, nunca más hubo huelgas”, resaltó Cobos.

El sobreviviente lleva muchos años buscando justicia por los hechos que lo tuvieron como víctima a él y a su familia. Recién en 2008, luego de la reapertura de los juicios por crímenes de lesa humanidad, pudo denunciar la responsabilidad de Levin, quien fue condenado en un primer juicio realizado en 2016, aunque luego la Cámara de Casación lo absolvió.

Cobos espera que Levin sea nuevamente condenado en este debate, esta vez por los crímenes contra todos los trabajadores de La Veloz, aunque resalta: “Esto ya no es justicia porque de todos los compañeros que hemos sido torturados, sólo quedamos 4. Los otros han ido muriendo porque las consecuencias que te deja la tortura y la picana son como un cáncer que va comiendo poco a poco a la persona, tanto la cabeza, el corazón, el físico. La justicia es demasiado lenta”.