Matías Cremonte: “La mejor herramienta que tiene el movimiento obrero para enfrentar la reforma laboral es el derecho a huelga”

Acaba de ser reelecto presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogados y Abogadas Laboralistas (ALAL). Cree que la reforma ya mostró su fracaso en el supuesto propósito de crear empleo y terminar con la informalidad.

Matías Cremonte: “La mejor herramienta que tiene el movimiento obrero para enfrentar la reforma laboral es el derecho a huelga”

Matías Cremonte recibe a Tiempo en su casa a metros de la cancha de Ferro Carril Oeste, club del que es socio como vecino pero es hincha de River. Tiene tres hijas en una familia ensamblada. Asesora legalmente y desde muchos años a varios sindicatos de perfil confrontativo. Asegura que el gobierno pretende avasallar el derecho laboral para volver a relaciones laborales del siglo XIX y cree que la actitud de la CGT permitió que el gobierno avanzara con sus políticas de ajuste y de desregulación laboral. Denuncia que la reforma que ya aplicaron fracasó en su objetivo de crear empleo registrado

-¿Qué información manejan como abogados laboralistas sobre la reforma laboral que viene?

-Una gran parte de la reforma ya pasó. El gobierno intentó primero con el DNU 70/23 una reforma muy ambiciosa y más amplia que la que después se aprueba con la ley Bases. Esa reforma fracasó porque los fundamentos del capítulo que se llamaba de “modernización de las relaciones laborales” era que crezca el empleo registrado y caiga el desempleo. Pasó todo lo contrario.  Ahora sostienen que la reforma laboral es para dinamizar la economía y que crezca el empleo. Es absurdo pensar que haciendo lo mismo se va a llegar a un resultado distinto.  El objetivo es otro: aumentar la rentabilidad de las empresas y un mayor sometimiento a los trabajadores.

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-La que aprobaron decía que era contra la informalidad y arrancó perdonando a las empresas que evaden aportes…

-No registrar una relación laboral es un delito. Es el único delito para el cual este gobierno plantea que para combatirlo hay que eliminar las penas. El resultado es claro: no solo no se eliminó el delito, sino que creció.

¿Por qué pensás que no avanzó el Fondo de Cese Laboral? Sturzenegger se los recriminó en IDEA…

-Es un gran negocio para las aseguradoras y los bancos. La reglamentación la hizo la Comisión Nacional de Valores y no la Secretaría de Trabajo. No está claro que implique un beneficio para los empleadores. ¿Por qué alguien que no tiene pensado despedir va a querer pagar un seguro que aumenta sus costos laborales?

-¿La base es el proyecto de Romina Diez?

 -Tiene mucho tiempo ya. El Ejecutivo va a preparar un nuevo proyecto. Tal vez lo presente en extraordinarias aprovechando el cambio de la composición del Congreso. El objetivo es el de cumplir con el viejo anhelo de los empresarios argentinos de darle preeminencia a la negociación colectiva por empresa. ¿Qué significa esto? Hoy los salarios se fijan en el convenio por rama de actividad. La negociación por empresa solo puede superar esos pisos. (Julio) Cordero dijo que eso debe funcionar como un techo y que la negociación por empresa puede acordar salarios inferiores a los de la actividad. Solo lo habían podido implementar en Argentina a través de la corrupción con la ley Banelco. Pero duró poco tiempo y no tuvo vigencia efectiva porque no había negociación colectiva. Cuando en 2004 se reanuda un periodo de negociación, se reforma la ley y se deroga la Ley Banelco. Desde el punto de vista sindical lógicamente uno va a llegar a un mejor resultado en el marco de una negociación colectiva. Por empresa la debilidad es mayor. Tiene otra finalidad que es que las empresas compitan entre sí a través de una mayor explotación y no basados en la incorporación de tecnología o en estrategias de mercado. La competencia no puede basarse en salarios más bajos o una jornada más larga. Darle preeminencia al convenio por empresa es ir a eso.

-Ese debate es el mismo que explica por qué el tratado de Versalles después de la Primera Guerra Mundial fijó derechos laborales para toda Europa…

-La disputa por los mercados hizo que el mundo no fuera a una sino a dos guerras mundiales. Guerras comerciales que terminaron después, por supuesto, en contiendas militares. Estamos en la misma pero a nivel de empresas. Hay varios conflictos en curso basados en esta misma premisa de una competencia que no está basada en un aumento de la productividad por la incorporación de tecnología, sino en una mayor explotación. Sobre todo en América Latina donde la productividad crece porque son jornadas más largas y rige una super explotación que le permite a la región competir con Europa.

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-Es un círculo vicioso porque cuanto mayor tasa de explotación hay, mayor es el costo de sustitución para la incorporación de tecnología. Si te sale dos mangos un obrero para que vas a incorporar tecnología…

-Lógico. Parece que los empresarios en América Latina están conformes con ese esquema.

-Milei en San Nicolás planteó dos ejes: la ultraactividad y su batalla contra los ‘caranchos laboralistas’… ¿Cómo pensás que va a ir contra la ultraactividad?

-Se elimina. La ley Banelco también eliminaba la ultraactividad que establece que un convenio continúa rigiendo hasta que uno nuevo lo reemplace. Lo que hizo la ley Banelco y también estaba en el DNU 70/23 fue invertir la lógica. Un convenio cae salvo que las partes acuerden su continuidad. Imponen una mayor presión para los sindicatos a la hora de negociar.

-Es negociar sin red…

Efectivamente, si no acordás, caes en la ley de Contratos de Trabajo, en los pisos mínimos que, suponemos, mantendrán su inderogabilidad, pero perdiendo todos los derechos. Es una espada de Damocles.

-¿Y qué piensas del calificativo de “caranchos laboralistas? ¿Van contra el anatocismo de los créditos laborales?

-La capitalización de intereses en la justicia nacional del trabajo es muy reciente. La Corte Suprema ya dijo que eso no debiera ser así. Hay una disparidad muy grande de criterios en cada una de las salas de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo. A un empresario le conviene no pagar la indemnización o cualquier crédito laboral, comprar dólares, poner un plazo fijo o capitalizarse en su empresa. Siete años después (que es lo que duran los juicios) va a pagar lo que tenga que pagar y va a obtener una ganancia. El gran problema de los juicios laborales no es la tasa de interés o la forma de actualización de ese crédito sino que duran siete años cuando deberían durar 6 meses. El tema de la llamada “industria del juicio” es el grado de ilegalidad que hay en el mercado de trabajo. Un 40% de la mano de obra está en la informalidad. Son 6 millones de personas que todos los días pueden iniciar un juicio laboral por infinidad de motivos. Sin embargo, la estadística de inicio de juicioses infinitamente inferior a esa potencialidad que da la ilegalidad del mercado laboral. Estadísticamente, no existe. Está descartado el ‘carancheo’. En todo caso, hay una industria del incumplimiento por parte de los empresarios. La justicia no da abasto porque no tiene recursos. Es resultado de una concepción clasista de los gobiernos que no garantizan que la justicia laboral funcione.

-El primer proyecto que presentó Macri en 2016 modificaba la definición de relación laboral en la ley de Contrato de Trabajo. La planteaba como una relación de iguales, como si fuera el fuero comercial. Sacaron ese párrafo pero todo el contenido iba en ese sentido… ¿Hasta dónde pretenden llegar?

-Si uno tuviera que definir cuál es el programa de un gobierno neoliberal, por definición, es volver al liberalismo del siglo XIX donde no existía el derecho del trabajo y existían sindicatos que no tenían reconocimiento legal y eran perseguidos. Eso te lleva a la relación individual entre el empresario y el trabajador que es una relación absolutamente desigual. La ley de Contrato de Trabajo, tiene un artículo que para mí es poético. Dice: «las desigualdades que crea esta ley, en favor de una de las partes (los trabajadores) debe entenderse como compensatoria de la desigualdad que existen, de hecho, en la relación real”. Esa es la esencia del derecho del trabajo.

-¿Cuándo nace esa idea de la preferente tutela, de que el fuero laboral es especial, y que existe en el lugar de trabajo existe una relación asimétrica que debe ser compensada?

-En los años 20 se abre el debate de reforma o revolución. Tenía que ver lógicamente con la Revolución Rusa y cómo eso generó el estado bienestar. El derecho del trabajo es reflejo del triunfo del reformismo. Se suponía que a través la legislación laboral, la negociación colectiva y el derecho a huelga, progresivamente, cada generación de trabajadores iba a vivir mejor que la anterior. Eso ocurrió solo en los 30 años dorados del capitalismo hasta la crisis del 70.

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-¿Qué otro punto ves que va al núcleo de las condiciones de trabajo?

-El banco de horas que pulveriza la jornada laboral. Buscan terminar con la soberanía del tiempo de trabajo que debería tener cada persona. Saber a qué hora ingresa y a qué hora termina y saber qué puede hacer después con su tiempo. El trabajador estará siempre a disposición del empleador que le puede decir, según la necesidad de la empresa, que un día trabaje 12 horas y el otro no venga o que el domingo trabaje cuatro. Lo paradójico es que el declamado objetivo de las reformas es modernizar las relaciones laborales. La ley más antigua es la ley de jornada de trabajo vigente que tiene 100 años. No se les ocurre modernizarla con un objetivo de hacer la vida un poco más llevadera conciliando la vida familiar o social con la vida laboral. O aprovechar los avances tecnológicos al servicio de una vida mejor. Plantean todo lo contrario. Tiene poco de modernizar, más bien es un retroceso al siglo XIX. Es cierto que, por el nivel de ingresos, está derogado en los hechos. Las personas están obligadas a tener dos o tres trabajos, hacer horas extras y salir a manejar un rato un Uber.

-En la misma línea va la multitarea que está presente en el proyecto de Romina Diez…

-El empresario hoy tiene un poder de dirección y de organización del trabajo y puede modificar determinadas condiciones siempre que no afecten las condiciones esenciales del contrato de trabajo: la jornada, el salario, la función, la categoría…  El trabajador tiene derecho a que no se lo modifiquen. Se llama abuso de ius variandi. Puede iniciar un juicio para que se retrotraiga la situación y retome sus tareas anteriores. Lo que plantea el proyecto es que solo pueda considerarse despedido. ¿Quién va a considerarse despedido? El desempleo opera como disciplinador social. Se aceptan peores condiciones o realizar tareas que no deben realizarse en función de no perder el trabajo.

-¿El resultado de las elecciones va a llevar a la CGT a una línea más conciliadora o más confrontativa?

-Obviamente no lo se. Pareciera que la CGT, por lo menos en su conformación actual, no tiene una voluntad combativa. Vino aceptando pasivamente muchas de las políticas que perjudican a la clase trabajadora, más allá de un primer envión con algunas huelgas generales. La fortaleza del movimiento obrero argentino, con sus luces y sus sombras, es algo que tienen en la mira. Aún resaltando esa fortaleza en términos comparativos, en los últimos tiempos ha estado bastante pasivo. Habría que ver si hay un cambio en la conducción en las elecciones. Hay dirigentes, sobre todo de sindicatos industriales, que plantean otro tipo de política en la CGT. Lo importante, de todas maneras, es lo que pasa en cada sindicato. El resultado de las elecciones puede servir para despejar esa esperanza de que la única forma de modificar esta realidad es a través de un Congreso con mayoría opositora. La mejor herramienta que tiene el movimiento obrero para oponerse a las políticas es el derecho de huelga, la libertad de expresión y el derecho a la manifestación.

-¿La pasividad de la CGT aportó al resultado de la elección?

-No lo sé. Sí estoy seguro que con una política más confrontativa muchas de las leyes que se aprobaron no se hubieran aprobado.

-¿Confías en que el peronismo va a enfrentar en el Congreso esta reforma laboral?

 -Supongo que todos los legisladores opositores a este gobierno y a sus políticas tendrían que oponerse.