Cambio de planes: ahora el gobierno estudia volcar más pesos a la economía
El Banco Central anunció que empezará a comprar divisas pero no absorberá los pesos que caerán al mercado. ¿Nueva fase del programa, cambio teórico o necesidad de oxigenar la economía?
                                En lo que parece un giro copernicano en su proceder, el gobierno incluyó en su menú de herramientas económicas la inyección de dinero en el mercado para dinamizar la actividad. Para ello planea realizar, a través del Banco Central, compras de reservas no esterilizadas, esto es, adquirir dólares en el mercado abierto sin absorber la mayor circulación de pesos fruto de esa operación. Así cumpliría con dos objetivos: sumar reservas en divisas para los pagos de deuda y remonetizar la economía.
En una presentación en Washington ante banqueros e inversores, el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, anunció que la nueva fase de política monetaria se pondrá en marcha el año próximo. “Dentro de una estrategia más amplia, la política monetaria desempeñará un papel clave al reforzar la estabilidad interna y externa”, señala el documento que Werning presentó en Estados Unidos.
“En un contexto de remonetización, un marco convencional para la fijación de objetivos de crecimiento de M2 (dinero circulante más depósitos a la vista públicos y privados) facilita muchos objetivos de política monetaria”, agrega el trabajo.
Entre los beneficios, cita la baja de las tasas de interés, que contribuye a ampliar el crédito bancario; la mayor actividad económica; y el impacto positivo de estos factores en las cuentas públicas: “El aumento de la actividad incrementa la recaudación fiscal, lo que permite mantener el presupuesto equilibrado y reducir los tipos impositivos”.
Lejos de ser una novedad teórica, la búsqueda de estos efectos positivos de una expansión monetaria figura en todos los manuales básicos de macroeconomía. Pero se contrapone con la conducta que por dos años mantuvo el gobierno libertario. Teniendo en cuenta el rígido marco teórico del presidente Javier Milei (“la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”), su administración priorizó en este tiempo la sequía de dinero y el cierre de todos los canales de emisión para absorber el excedente de pesos que, según su visión, tenía la plaza local.
En los últimos meses, el torniquete monetario se acentuó, pero así y todo no impidió la corrida hacia el dólar. Según el Balance Cambiario difundido el viernes por el Banco Central, en septiembre las personas físicas acentuaron la dolarización de sus carteras y realizaron “compras netas de billetes y divisas sin fines específicos por U$S 6890 millones”. El “¿con qué pesos?”, con el que el ex secretario de Finanzas, Pablo Quirno, chicaneaba a los que alertaban de este fenómeno, fue objeto de las bromas más ácidas en la City porteña.
Quizá teniendo en cuenta esta contradicción, Werning explicó a los inversores en la capital de EE UU por qué el gobierno no arrancó antes con esta fase. “La acumulación de reservas se rezagó con respecto a las compras en 2024-25 sólo debido a factores transitorios (pago neto de deuda más shock en la demanda de dinero)”.
Otra etapa más
En todo caso, quedan dudas sobre si este cambio de rumbo es fruto de la evolución natural del programa oficial o un volantazo exigido por las circunstancias. El comienzo de una “nueva etapa” ya fue publicitado en abril, cuando el FMI impuso las bandas cambiarias como condición para rescatar a Milei; y también en julio, cuando se dispuso la fallida eliminación de las Letras Fiscales con que se regulaba la liquidez de los bancos (y que llevó la tasa de interés a niveles estratosféricos).
Lo cierto es que este marco teórico marida mucho mejor con las expectativas que despertó el triunfo electoral del oficialismo en los comicios del domingo pasado. El mercado mostró su entusiasmo haciendo subir las acciones y los bonos y, con ello, reduciendo el riesgo país. El resultado de los comicios “modifica drásticamente la manera de pensar la economía y los activos argentinos”, señaló la consultora 1816 en su informe poselectoral.
Del mismo modo, según el análisis del Grupo Cohen, “el mercado espera un plan concreto de acumulación de divisas que podría combinar compras del Tesoro en el MULC, nuevas emisiones de deuda o ambas, apalancado en el respaldo financiero de Estados Unidos mediante el swap por U$S 20.000 millones y la posible implementación de repos con bancos privados”, señalaron desde esa sociedad de bolsa.
Ese panorama “pum para arriba” reconoce un límite: la cotización del dólar, que aflojó mucho menos de lo que sugeriría el espaldarazo electoral. El CEPA (Centro de Economía Política Argentina) advirtió sobre “la presión que podría ejercer una fuerte remonetización de la economía sobre un tipo de cambio que se encuentra a solo 3,6% del techo de la banda superior y de cara a un periodo de estacionalidad negativa en la oferta de dólares, por lo menos hasta el inicio de la cosecha gruesa. El plan oficial pareciera ser usar el carry-trade y las colocaciones de deuda en el exterior como pulmones de dólares hasta la llegada de la liquidación del agro, pero si la apuesta es el carry, sorprende el bajo volumen operado en el dólar y lo cerca del techo de la banda que se encuentra”. «
Consumo, préstamos y deudas
El anunciado plan de inyectar pesos para impulsar la actividad choca con una limitación: las fuertes restricciones al consumo de una población endeudada, a la que se pretenden imponer salarios «dinámicos» que auguran más retrocesos que avances, y con empresas al borde de la quiebra por la competencia importada y los impuestos que, por ahora, sólo bajan para los ricos.
En ese aspecto, el informe del CEPA hizo hincapié en que «la morosidad de los préstamos, especialmente a las familias, muestra un nivel récord y ascendente, 8,2% en préstamos personales frente al 3,6% un año atrás. Desde este lugar difícilmente se logre una reducción hacia los niveles promedio sólo con una reducción en las tasas de interés, sino que es necesario un aumento en los ingresos de las familias». En otras palabras, si el dinero no llega al bolsillo de la gente, no habrá muchos cambios.
«Hasta que la mora no empiece a disminuir será un factor que ralentice el crecimiento del crédito y por tanto de la economía, que se encuentra en un fuerte periodo de estancamiento desde febrero de este año», señaló el documento.
                        
                    
                
                    
                
                    
                
                    
                
                    
                
                    
                
                    
                
