No hay ni un solo proyecto de exploración de tierras raras en marcha en el país
Se habló de ellas como pago de Milei a Trump por su rescate. Pero en la Argentina no se sabe bien cuánto hay ni dónde. Y para las mineras no alcanza con el RIGI para entrar en ese negocio.
                                La estrecha amistad de Javier Milei con Donald Trump no parece ser gratuita. Se considera que las intervenciones del Tesoro estadounidense, claves para sostener el tipo de cambio justo antes de las elecciones, fueron a cambio de recursos estratégicos como el litio, uranio y las tierras raras.
Lo que es seguro es que Estados Unidos, en plena guerra comercial con China, país que controla el 70% de la cadena de valor de estos minerales, necesita asegurarse la provisión de los mismos; ejemplo de ello es el acuerdo firmado esta semana con Japón. Y Argentina, ¿qué rol juega?
Los metales del futuro
Las tierras raras son 17 elementos de la tabla periódica con propiedades especiales para la producción de casi toda la tecnología moderna: desde celulares y computadoras hasta autos eléctricos y turbinas eólicas.
“Además de ser materiales claves para la transición energética, el interés creciente en estos minerales es por la militarización global a la que asistimos”, expresa Leandro Gómez, integrante de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). Las tierras raras también se utilizan para construir misiles, radares y reactores nucleares.
Similares al litio, las tierras raras son mucho más escasas y difíciles de extraer, agrega Jorge González, exfuncionario nacional de la cartera de Minería.
En 2022, el Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR) estimó que en Argentina hay recursos por alrededor de 190.000 toneladas y se estima que podrían superar los 3,3 millones. Para tener una comparación, Brasil posee 21 millones de toneladas de reservas comprobadas (ver aparte).
Existen yacimientos de tierras raras en el noroeste del país, en las provincias de Salta y Jujuy, en la provincia de San Luis y en el sur de Santiago del Estero. Además, hay mineralizaciones en San Juan, Córdoba, en la provincia de Buenos Aires y en el fondo marino que conforma la Plataforma Continental Argentina.
Potencia e inversiones
Un problema importante en el desarrollo minero argentino es el escaso estudio geológico de los recursos bajo su suelo. Se calcula que sólo el 20% del territorio nacional está investigado.
Yacimientos de tierras raras hay, pero el problema que destacan los expertos es la viabilidad económica de su explotación para que se conviertan en reservas. “En Argentina no sabemos ni dónde deberían ubicarse los proyectos”, reflexiona González y agrega que una iniciativa minera necesita mínimo diez años de investigación y análisis antes de la fase de extracción.
En la actualidad no hay ningún proyecto en curso vinculado a tierras raras. Tampoco hay estudios de mercado sobre la proyección minera en esta materia. “EE UU y la UE aumentaron su presencia en nuestro país, pero no hay señales claras de inversión”, indica González.
Incluso en un contexto de fuerte promoción a las inversiones extractivas —como el que impulsa el gobierno nacional a través del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI)—, no hay compañías interesadas en explorar las tierras raras. Consideran que el paquete de beneficios fiscales y desregulaciones no responde a las necesidades de proyectos que requieren años de estudios previos y altos costos de exploración.
En las iniciativas presentadas al RIGI hay una fuerte impronta minera, pero las empresas involucradas son de capitales chinos, coreanos o australianos y centradas en la extracción de litio y cobre.
En ese sentido, Leandro Gómez advierte que, durante un evento organizado por la Cámara Argentina de Empresas Mineras, fue un planteo compartido destacar las dificultades que enfrenta el país para avanzar en proyectos relacionados con tierras raras.
A las limitaciones ya señaladas hay que sumar la escasa licencia social que la minería tiene en varios puntos del país. Así como la renuencia del gobierno a aplicar las medidas de protección ambiental que la legislación prevé y la actividad requiere. Desde FARN destacan que el denominador común en los proyectos de litio y cobre en curso es que no contemplan los impactos ambientales y la conflictividad social.
Mientras el mundo se reconfigura y se disputa los minerales estratégicos, la Argentina observa desde el margen: con recursos aún sin medir, sin proyectos en marcha, sin un debate sobre cómo desarrollar la cadena de valor de estos recursos y con un horizonte de inversión que —por ahora— sigue siendo pura expectativa.
Con un panorama así, ¿pueden ser las tierras raras argentinas moneda de cambio entre Milei y Trump? «
                        
                    
                
                    
                
                    
                
                    
                
                    
                
                    
                
                    
                
